VALENCIA a través de los años ha demostrado ser un pueblo practicante de las tradiciones, pues así hicieron caminos nuestros antepasados, así supieron enfrentar las circunstancias y disfrutaron su vida. De nuestros mayores recibimos la FE RELIGIOSA que nos permite creer en ser un ser superior que bendicen las buenas obras y juzga los actos negativos. Los un buen porcentaje de valencianos practican la religión católica, pero respetan las creencias ajenas. Las oportunidades más propicias constituyen la fiesta del 4 de Octubre, día de su patrono SAN FRANCISCO DE ASIS. Su celebración es motivación general, todos de una u otra manera se preparan para ella, ahorran los pocos sucres para lucir el traje de fiesta, buscan al futuro compadre para el bautizo de su hijo, concurre a la novena y aprovechan los rezos para pensar en la familia, para pedir ayuda para tal o cual problema, hay fe, hay esperanza. Organizar la fiesta resulta un tanto fácil pues para ello el sacerdote con el debido tiempo publica la nómina de los priostes de las comisiones y cada integrante con rara excepciones trata de cumplir con su cuota para que el priostazgo sea de lo mejor, nadie quiere quedarse atrás. Estas son las comisiones: Banda de músicos, juegos pirotécnicos, refrigerios o del puro, pues no hay acto por sencillo o importante que sea que no requiera este acompañante, arreglo de iglesia; sienten las priostes la obligación porque cada año sea mejor. La comisión taurina con los toros de los Salasacas que con los dueños son mansos corderos, pero luego de que reciben la consigna en la oreja, resulta una suerte no salir del ruedo con algún recuerdo de medicina. Finalmente llega la noche del 3 de Octubre, todos a las vísperas de la fiesta, globos multicolores que surcan el espacio con la imagen prodigiosa de San Francisco, vacas locas, que asustan y también alegran a los niños. Y como si esto fuera poco la quema del Castillo con luces multicolores y truenos, viene el baile y la rica chicha de jora.